lunes, 4 de enero de 2010

La Espiritualidad de la Adoratriz Perpetua

ESPIRITUALIDAD

La nota distintiva de la espiritualidad de las Adoratrices Perpetuas es que todo debe gravitar entorno a Jesús Eucaristía. Esta es la particularidad del camino trazado por la Madre María Magdalena para sus hijas espirituales. Ellas son Esposas de Jesús, consagradas a Él presente en el Sacramento de la Eucaristía. Todo debe ser vivido en una plena pertenencia al Señor, acogiendo en cada instante su amor y respondiendo con amor y la adoración perpetua.
Los dos pilares que sostienen la relación ininterrumpida con Jesús Eucaristía son la fe y el amor.
Antes que nada la fe: la presencia real de Jesús en el Sacramento del altar es misterio de fe y la Madre nos lo expone muy a menudo en sus escritos. Damos algún ejemplo: "Oh, fe santa, ocupa nuestros corazones, haz que todos sean encendidos de una llama tal que anhelen en todo momento unirse a este Bien infinito".
Y con la fe el amor: esta es la segunda nota característica de la espiritualidad de las Adoratrices Perpetuas, como podemos leer en las Aspiraciones amorosas de la Madre, donde dice por ejemplo: " No quiero respirar que amor, no quiero vivir que de amor, quiero consumarme y morir por dulce violencia de puro amor..." Para llegar a esto el camino que es necesario recorrer es el del sacrificio total de sí misma.
Además de la fe y el amor la tercera nota característica, es la misión: la Adoratriz abraza a toda la humanidad en este amor universal, que es la Eucaristía. Presentando a Dios por medio de Jesús Eucaristía, sus oraciones y sacrificios en bien de la humanidad.


La espiritualidad se puede sintetizar así: la Adoratriz debe vivir:

Por Jesús Eucaristía:

una síntesis de la espiritualidad de las Adoratrices es trazado por la Madre en la Exhortación a sus Hijas. En ella resalta antes que nada " la gran complacencia" que la adoración ininterrumpida daría a Jesús y luego introduce directamente en el camino a recorrer con las palabras: "He aquí Hijas mías benditas, con la suerte de los serafines, adorando con la luz de la fe a nuestro Celestial Esposo Jesús Sacramentado". Ellas vienen exhortadas por lo tanto a ofrecerse seriamente para poner en practica cuanto viene indicado: abandono total en Él, unión continua con Él, dejando todos los pensamientos terrenos, porque los pensamientos de la Adoratriz deben ser exclusivamente para Él, cuya voluntad se debe cumplir en todos los momentos del día; deseos de estar siempre cerca de Él; con los afectos dirigidos totalmente hacia Él, porque de Él (el alma) debe estar enamorada hasta desear morir de puro amor" por Él , anhelando todos los momentos de unirse a este Bien infinito; desear con todo el alma de ser "saciada por Él", para "saber de Él", para ser toda suya.

Con Jesús Eucaristía:

la sustancia, la esencia, la sublimidad de la vida espiritual de las Adoratrices Perpetuas está contenida en las páginas del directorio de 1814 en las cuales la Madre indica como la Adoratriz debe participar en la Santa Misa: aquí nos es dicho sustancialmente que la vida de la Adoratriz debe ser una mística Misa."La Misa es una renovación del Sacrificio hecho por Jesucristo." En aquél se sacrifico sin nosotros para nuestra redención; pero en esta sobre el Altar, quiere que también nosotros nos ofrezcamos en sacrificio por Él y con Él, a gloria del Eterno Padre, para que siendo sus miembros, hagamos juntos con Él nuestra cabeza, un mismo cuerpo y una misma víctima, formando así un Sacrificio completo. Por medio del cual no solo somos justificados, sino que nos hacemos agradables a Su Divina Majestad, en virtud de aquella inefable unión que se contrae con Jesús mismo, autor de toda santidad y objeto de sus divinas complacencias... Es justo que, viéndolo anonadado por nuestra salvación, nos anonademos nosotras también, olvidándonos a nosotras mismas, para vivir únicamente por Él, y en Él, nuestra vida, nuestro centro y nuestra eterna felicidad.

En Jesús Eucaristía:

la Iglesia es el Cuerpo místico de Cristo: Él la Cabeza y los fieles sus miembros. En la plegaria Eucarística III, por ejemplo, se pide expresamente a Dios de poder ser en plenitud Cuerpo de Cristo: " A nosotros que nos nutrimos de su Cuerpo y de su Sangre, danos la plenitud del Espíritu Santo, para que transformados en Cristo seamos un solo cuerpo y un solo espíritu". Y es esta unión en Cristo que hace la comunión de los santos, que da significado y espesor a la caridad. Por esto las Adoratrices Perpetuas deben vivir en Jesús, y aún más, como específica vocación, vivir en Jesús presente en el Sacramento de la Eucaristía. Así ellas entran en aquella corriente de caridad que las une entre ellas y hace perpetua sus adoraciones. En el mismo tiempo, en Jesús ellas deben sentirse unidas incluso al gran Cuerpo místico que es la Iglesia y especialmente a todas las personas que, en el mundo, movidas por la fe y por el amor a la Eucaristía, están en aquellas mismas horas postradas en adoración. Las Adoratrices renuevan el recuerdo de esta unión en la oración de cada día: "Señor Jesucristo... aumenta en mí y en todos aquellos que te adoran, el amor, la fe y la veneración por este tu inefable misterio..."

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